Las mujeres desempeñan una función decisiva en la vida y la economía rural. A nivel mundial son las encargadas de sostener la agricultura familiar que es de vital importancia para la seguridad alimentaria, así como el mantenimiento de los recursos necesarios para la vida. Su papel resulta clave para la alimentación, la agricultura, el cuidado de recursos naturales y en general para el sostenimiento de la vida. Por ejemplo, en la alimentación, desde la invención de la agricultura, las mujeres han sido quienes han experimentado, cuidado y reproducido las semillas, asociando cultivos, seleccionando y preservando alimentos, generado los referentes alimenticios de cada cultura y sociedad.
El papel que desempeñan las mujeres y particularmente las mujeres rurales, es clave en la producción agrícola y en la soberanía y autosuficiencia alimentaria, ya que ellas son el pilar de la agricultura a pequeña escala o agricultura familiar, del trabajo campesino y de la cotidiana subsistencia familiar a través del trabajo de cuidados. Las mujeres contribuyen de manera sustancial a las actividades económicas, agrícolas y rurales en todas las regiones del mundo y aseguran la sostenibilidad de los hogares jugando un papel de suma importancia en la agricultura y la alimentación.
Además, ellas realizan dentro de sus tareas cotidianas actividades relacionadas con el aseguramiento de recursos tales como la leña y el agua, el cuidado del hogar, la preparación de alimentos, la organización de la casa, etc.
En la actualidad las mujeres rurales juegan roles distintos a los tradicionales, gracias al empoderamiento de sus capacidades y a su inclusión cada vez mayor en el desarrollo de sus comunidades, siguen siendo el sostén de sus familias, conservando la responsabilidad (socialmente asignada) de elegir el sistema alimentario familiar en función de sus posibilidades y necesidades, administrar el gasto familiar, preservar, educar y transformar en el tema de la alimentación.
Las mujeres rurales, campesinas, indígenas, agricultoras, siguen enfrentando desigualdades estructurales, políticas y socioeconómicas que limitan el reconocimiento y la plena valoración de su trabajo reproductivo, productivo y comunitario.
Las mujeres rurales representan una cuarta parte de la población mundial y a pesar de todas sus aportaciones al desarrollo de los territorios, a la alimentación, a la economía y a la conservación de recursos aún se enfrentan a marcadas condiciones de desigualdad que comprometen su desarrollo pleno. Ellas sufren de manera desproporcionada los efectos de la pobreza, no disponen del mismo acceso a tierra, créditos y financiamiento, mercados o cadenas productivas y tampoco disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos como la educación, la salud o el agua potable. Además de que las barreras sociales las siguen limitando en la participación plena en sus comunidades. Muchas ocasiones, su labor es invisible y no remunerada, a pesar de todas sus contribuciones.
Desde el 2007 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemora el Día de las Mujeres Rurales cada 15 de octubre para visibilizar sus importantes aportes a la sostenibilidad de la vida y al desarrollo de las sociedades rurales, instando a la población y a los gobiernos a trabajar con las mujeres y niñas rurales para generarles las condiciones para transformar sus medios de vida, de protección y bienestar.
El Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) de Proyecto Roberto Alonso Espinosa (PRAE) en Zacatlán, dentro de su línea estratégica “Entorno”, trabaja con diferentes estrategias tales como talleres, pláticas, encuentros e intercambios de conocimientos valiosos para la conservación de sus cultivos, tradiciones y cultura, teniendo como meta esencial el mejor desarrollo para las mujeres.
Las mujeres rurales de los grupos comunitarios y de traspatio con las que trabaja el CDC de Zacatlán son el claro ejemplo de la resiliencia, a pesar de ser uno de los grupos más desfavorecidos por la sociedad, son las que día a día a partir de los diferentes componentes agroecológicos que tienen contribuyen a la alimentación sana, nutritiva y fresca para la mesa de su familia; logrando con ello la alimentación más variada y saludable.
Esto acompañado de otros procesos integrales que les permite verse como protagonistas de cambio en su comunidad y su entorno. Sin embargo, esto no debe de tranquilizarnos ni generar un ambiente de satisfacción, debemos de tomar un impulso extra para poder generar acciones, estrategias y proyectos que lleven a mejorar aún más la calidad de vida de las mujeres rurales, que puedan tener una proyección amplia de la importancia de su papel como base fundamental de la sociedad, que no se detenga el trabajo que empodere a una mujer.
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Edición: Rocío Carrillo de Albornoz / Leticia Venzor
Bibliografía/Referencias:
https://www.un.org/es/observances/rural-women-day/background
http://www.unwomen.org/es/news/stories/2018/10/statement-un-women-international-day-of-rural-women
