La familia es un grupo de personas unidas por el parentesco. Esta unión se puede conformar por vínculos consanguíneos o por un vínculo constituido con reconocimiento legal y social que puede darse de varias maneras. Su función permanece a lo largo de la historia y es mediada en gran parte por la cultura y el contexto en el que se vive. Teniendo así cada persona, una guía para percibir y entender el mundo a partir de la suma de creencias, prácticas, rituales y costumbres que son aprendidos por medio de la socialización.
En múltiples contextos culturales, el papel de la mujer dentro de la familia siempre ha estado ligado a la crianza y el cuidado. Ellas son quienes se encargan de realizar los cuidados y de tomar las medidas necesarias para mantener la salud de cada integrante a través de su propia sabiduría y de conocimientos heredados.
Los seres y su núcleo familiar atraviesan varias etapas que en su mayoría son mejor determinadas o asimiladas por las madres de familia. A partir de ellas se mantiene el equilibrio tanto del conjunto como de sus partes.
Las mujeres y jefas de familia con todos sus saberes, ayudan a sus seres queridos a recuperar la salud en caso de que se vea afectada, así como a mantener el bienestar del grupo con la utilización de los cuidados populares construidos a través de la articulación entre conocimientos profesionales y populares, que a través de las experiencias familiares y sociales se transmiten de generación en generación. Cuando se presentan problemas de salud, la familia los resuelve o se adapta según el curso de la enfermedad mediante el conocimiento popular compartido entre las mujeres, con familiares, con la comunidad y las instituciones de salud y con base a todos estos factores se determina la trayectoria de cuidado haciendo un frente común para recuperar, dentro de lo posible, el bienestar de cada integrante de la comunidad.
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Edición: Rocío Carrillo de Albornoz / Leticia Venzor
Bibliografía/Referencias: